Randy Arozarena, quien se había ganado un lugar especial en el imaginario del béisbol por sus explosivas actuaciones en octubre, atraviesa una etapa complicada con los Seattle Mariners que ha generado más preguntas que respuestas. En la postemporada de 2025, su promedio de bateo ha caído a .150 en 40 turnos al bate, mientras su OPS ronda los .542, datos que contrastan fuertemente con la imagen de jugador que se “volaba la barda” cuando más importaba. La caída no es solo cuestión de números: la mecánica, el enfoque y la chispa parecen haber desaparecido, al menos temporalmente.
Lo más preocupante no es solo su bajo promedio, sino que el impacto que solía tener —jonrones, extrabases, robos de base con agresividad— ha quedado reducido. Si bien ha robado cinco bases durante estos playoffs, conectó apenas un jonrón e impulsó solo dos carreras, reflejando una merma profunda en sus aportes ofensivos cuando su equipo más los necesitaba. Esa versión de “Playoff Randy” que hacía temblar al rival, ahora parece una imagen lejana. Las razones podrían ser variadas: ajustes de los pitchers rivales, desgaste físico tras temporadas intensas, o simplemente una mala racha que coincide con el momento de máximo estrés competitivo.
Conviene recordar que Arozarena despegó precisamente por dominar la postemporada en momentos de presión, y ese precedente hace que su bajón actual se perciba aún más duro. Durante el torneo regular 2025 con los Mariners logró batear .238 y conectar 27 jonrones con 31 bases robadas, pero esos números, aunque respetables, no se parecen al estallido que tenía durante octubre en años anteriores. En los juegos decisivos, el bateador cubano-mexicano parece no encontrar el camino, y el mánager decidió bajarlo al quinto turno en el orden de bateo antes de un juego clave en la serie por el campeonato de liga, lo cual es indicio claro de la urgencia por cambiar su rol y el impacto que esperaban de él.
Para los Mariners, este dilema es grave: tienen un equipo construido para pelear en octubre y necesitan que su figura aporte no solo en defensa o en robo de base, sino también con el bate cuando importa. Randy Arozarena cuenta con la experiencia y el historial para revertir la situación, pero el reloj avanza y cada turno al bate pesa más. Si logra reencontrar la magia que lo lanzó al estrellato, podría volver a ser el factor decisivo que todos esperaban al inicio de la temporada. Pero si sigue sin hallar el ritmo, el equipo podría lamentar que su estrella brillara menos justo cuando el foco estaba sobre él.