En Cuba, la situación energética se ha convertido en un problema crítico que afecta todos los aspectos de la vida cotidiana, incluyendo actividades recreativas como el béisbol nocturno. En muchos municipios, los apagones han sido tan frecuentes que no es posible encender la iluminación de los estadios, imposibilitando incluso los entrenamientos y partidos de noche. Esto refleja un déficit estructural en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), que no logra satisfacer la demanda de energía del país, afectando hogares, servicios públicos, comercios y actividades deportivas.
El origen de estos problemas es múltiple. Por un lado, la generación de electricidad en Cuba depende en gran medida de plantas termoeléctricas que funcionan con combustibles fósiles importados, cuya disponibilidad ha disminuido en los últimos años debido a restricciones económicas y dificultades de importación. Esto ha provocado que muchas centrales no puedan operar a plena capacidad. A esto se suma el envejecimiento de la infraestructura eléctrica, incluyendo líneas de transmisión, transformadores y subestaciones, que aumenta la vulnerabilidad del sistema ante fallas y sobrecargas. El mantenimiento insuficiente y la falta de inversión en modernización agravan aún más la situación.
El gobierno cubano ha implementado medidas como apagones programados y racionamiento de energía para equilibrar la oferta y la demanda. Sin embargo, estas estrategias no siempre son suficientes para garantizar la continuidad del suministro eléctrico, especialmente en ciudades y municipios donde la demanda es alta. La imposibilidad de encender estadios para jugar béisbol de noche es un ejemplo claro de cómo la crisis energética impacta la vida cultural y deportiva del país, afectando la formación de atletas y el entretenimiento de la población.
Otro factor que complica la situación es la falta de diversificación en las fuentes de energía. Aunque se han desarrollado proyectos de energías renovables, como parques solares y eólicos, estos aún no representan una proporción significativa de la generación total. La dependencia histórica de combustibles fósiles hace que el sistema sea muy sensible a las variaciones en la disponibilidad de recursos y a problemas logísticos, generando apagones prolongados que afectan tanto a zonas urbanas como rurales.
Sobre la duración de esta mala racha, los expertos indican que el problema podría mantenerse mientras no se realicen inversiones sustanciales en infraestructura y diversificación energética. A corto plazo, los apagones y racionamientos seguirán siendo parte de la vida diaria, especialmente en momentos de alta demanda o durante la temporada de mantenimiento de las plantas. A largo plazo, la solución pasa por modernizar las centrales existentes, fortalecer la red de transmisión y ampliar significativamente la generación con fuentes renovables, medidas que requieren planificación, recursos y tiempo.
En resumen, la falta de electricidad para actividades como jugar béisbol de noche en Cuba refleja una crisis energética estructural que afecta a todos los niveles de la sociedad. La combinación de infraestructura envejecida, dependencia de combustibles importados y déficit en la generación obliga al gobierno a mantener apagones y racionamientos que, aunque necesarios, limitan la vida cotidiana y la recreación. Mientras no se implementen soluciones integrales, es probable que los cubanos continúen enfrentando restricciones eléctricas que impactan desde los hogares hasta los estadios deportivos, prolongando esta mala racha de años de incertidumbre y adaptación diaria.