PABLO IGLESIAS LANZA UN COMENTARIO POLEMICO DEL REGIMEN ¡NO DEBIÓ DECIR ESTO!

Las recientes declaraciones del político español Pablo Iglesias sobre Cuba desataron una intensa polémica en redes sociales. El exvicepresidente del Gobierno afirmó que, si el comunismo cayera en la isla, el país terminaría como Haití: un territorio sumido en la pobreza, la violencia y la desorganización institucional. Sus palabras fueron interpretadas como un reflejo del desprecio ideológico y la visión paternalista que todavía domina a ciertos sectores de la izquierda europea cuando hablan del Caribe.

La afirmación de que una Cuba democrática equivaldría a una Haití colapsada no solo es falsa, sino profundamente ofensiva. Supone negar la capacidad del pueblo cubano para construir un futuro de libertad y prosperidad sin depender de un régimen autoritario. Además, reproduce un viejo argumento de la propaganda estatal: el miedo al cambio. Durante décadas, el discurso oficial ha advertido que sin el Partido Comunista la nación caería en el caos, justificando así la represión y la falta de derechos. Iglesias repite esa narrativa, revestida de lenguaje intelectual.

La comparación es absurda también desde un punto de vista histórico. Antes de 1959, Cuba poseía una de las economías más sólidas de América Latina, un alto nivel educativo y una clase media pujante. Hoy, a pesar de la crisis, la isla conserva un capital humano valioso y una diáspora capaz de contribuir a la reconstrucción del país. Haití, en cambio, arrastra siglos de intervenciones extranjeras, desastres naturales y descomposición institucional que la han llevado a una situación única y dolorosa. Reducir su tragedia a un argumento político es una muestra de insensibilidad.

Iglesias, desde la comodidad de su democracia europea, defiende un modelo que él mismo no estaría dispuesto a vivir. Justifica la represión en Cuba mientras disfruta de libertades que los cubanos anhelan: elegir, criticar y asociarse sin miedo. Su postura no es solidaridad, sino cinismo disfrazado de empatía.

Cuba no será Haití si se libera del comunismo. Será un país con posibilidades, con ciudadanos preparados para levantar una nación moderna, democrática y digna. El dilema no es dictadura o caos. Es represión o libertad. Y esa elección pertenece únicamente al pueblo cubano, no a quienes lo observan desde la distancia con arrogancia ideológica.