En uno de los momentos más polémicos de la actual postemporada de las Grandes Ligas, una marcación errónea del umpire desató la indignación de fanáticos y analistas por igual. Randy Arozarena, jardinero estrella de los Marineros de Seattle, fue protagonista involuntario de la jugada cuando, tras un lanzamiento que parecía un strike cantado, el árbitro decidió no marcarlo, extendiendo su turno al bate en un momento decisivo del encuentro ante los Azulejos de Toronto.
El escenario no podía ser más tenso. Con cuenta completa y el juego empatado, Arozarena se preparaba para dejar el plato convencido de haber sido ponchado. Sin embargo, la voz del umpire nunca llegó. El cubano miró sorprendido hacia el dugout mientras los jugadores de Toronto protestaban de inmediato. Las repeticiones televisivas confirmaron que la pelota cruzó claramente la zona de strike, pero el error ya estaba hecho.
Ese fallo resultó ser determinante, pues Arozarena logró embasarse en la siguiente jugada, encendiendo una ofensiva que cambiaría el rumbo del partido. Los Marineros aprovecharon la confusión y fabricaron carreras clave que terminaron sellando una victoria que los coloca más cerca de la Serie Mundial.
El lanzador novato de Seattle, Yesavage, había mostrado un dominio absoluto con rectas que rozaban las 94 millas por hora, pero incluso su brillante actuación quedó en segundo plano por la controversia arbitral. En un duelo donde cada detalle influye, una sola decisión puede alterar el destino de toda una serie.
Los fanáticos de los Azulejos reaccionaron furiosos en redes sociales, señalando que una marcación tan evidente no puede pasar inadvertida en un juego de tal magnitud. Incluso analistas especializados coincidieron en que el error arbitral fue uno de los más notorios de esta postemporada.
Arozarena, por su parte, mantuvo la compostura. Aunque sabía que el lanzamiento había sido strike, aprovechó la oportunidad con la frialdad que lo caracteriza. Su instinto competitivo volvió a marcar diferencia en una serie donde cada jugada pesa.
Este episodio servirá como recordatorio de la delgada línea entre la gloria y la frustración en los playoffs de la MLB. Un solo pitcheo mal cantado bastó para cambiar el curso de la noche, y con ello, quizá el destino de la serie.