¡ATENCION CUBA! YULI GURRIEL HABLA AL MUNDO SOBRE SU RETIRO DEL BEISBOL

La carrera de Yuli Gurriel en las Grandes Ligas parece haber llegado a su punto final, aunque aún persiste un tenue margen de incertidumbre que impide cerrarla por completo. El pasado 27 de abril podría haber sido su último acto sobre un diamante de MLB, cuando, como emergente en el Petco Park, conectó un rodado por tercera base que sentenció la derrota de los San Diego Padres ante los Tampa Bay Rays. Apenas dos días después, la organización decidió ponerlo en asignación, abriendo un capítulo de dudas sobre su continuidad al máximo nivel del béisbol profesional.

Con 41 años casi cumplidos, Gurriel ha enfrentado una evidente disminución en su rendimiento ofensivo. En sus 36 apariciones al bate con los Padres en 2025, registró un pobre OPS de .339, muy por debajo de los estándares de un jugador con su historial. Incluso para alguien que ha vivido de la consistencia y el contacto, este bajón era difícil de justificar. Los números no mienten: su velocidad de salida promedio bajó de 89.8 MPH en 2021 a 85.1 MPH, y el porcentaje de batazos fuertes cayó estrepitosamente de 41.4% a 17.9%. Por si fuera poco, su tasa de ponches casi se duplicó, pasando de 11.2% a un 20.0%.

Aunque Gurriel no ha tirado la toalla y ha seguido entrenando —incluso probando suerte en los jardines para ofrecer más versatilidad—, es difícil que consiga un lugar estable en un equipo de Grandes Ligas. A esa edad, y con un declive tan marcado en sus métricas avanzadas, el camino de regreso luce empinado. Tal vez encuentre algún espacio en ligas menores o en circuitos de menor exigencia, pero su tiempo como jugador regular en MLB parece haber llegado a su fin.

Sin embargo, este probable adiós no debe opacar el legado de un pelotero que dejó una huella imborrable. Gurriel llegó a las Mayores en 2016 con 32 años, tras una larga y exitosa trayectoria en Cuba y una breve experiencia en Japón. Su adaptación fue ejemplar. No solo cambió de posición —pasando de tercera a primera base—, sino que se convirtió en una pieza clave de los Houston Astros, equipo con el que ganó dos Series Mundiales, una corona de bateo y un Guante de Oro.

Yuli nunca fue un jugador de estadísticas espectaculares, pero sí de consistencia, inteligencia y entrega. Su estilo sereno y su elegancia al batear le ganaron devotos, aunque también tuvo detractores que cuestionaron su producción en momentos clave. Aun así, es innegable que su carrera en MLB fue más que digna, especialmente considerando que su aventura comenzó cuando la mayoría de los peloteros ya piensan en el retiro.

En perspectiva, Gurriel representó la perseverancia y la calidad. Su tránsito del béisbol cubano al profesionalismo estadounidense fue una historia de adaptación, superación y éxito. No todos los días se ve a un jugador debutar a los 32 años y consolidarse como campeón. Por eso, aunque el reloj marque el final, su legado permanecerá intacto. Pasó el tiempo, sí, pero no el respeto ni la admiración que merece.