La temporada terminó con un sabor amargo para José Iglesias, pero el cierre del año no vino solo con la eliminación de los Padres, sino con una sanción que ha generado polémica en todo el entorno de las Grandes Ligas. El veterano infielder cubano fue suspendido y multado por MLB tras los incidentes ocurridos en Chicago, luego de la derrota ante los Cubs en el juego decisivo de la Serie de Comodines. Sin embargo, las declaraciones del presidente de operaciones de San Diego han reavivado el debate sobre los límites disciplinarios en el béisbol y el papel de la oficina del comisionado.
Todo comenzó tras un polémico tercer strike cantado a Xander Bogaerts, en un lanzamiento claramente fuera de la zona. La frustración de los peloteros de San Diego fue inmediata, y tanto Bogaerts como Iglesias increparon a los árbitros al salir del terreno. Aunque no hubo empujones ni agresiones físicas, el intercambio verbal fue suficiente para que MLB aplicara sanciones. A Iglesias le impusieron una multa económica y una suspensión de un juego, que deberá cumplir en el inicio de la próxima temporada, salvo que su apelación prospere.
Pero lo que más ha llamado la atención no fue la medida, sino la reacción de la directiva de los Padres. El presidente de operaciones del club criticó duramente la decisión, calificándola de exagerada y fuera de contexto. “Estas son las cosas que hacen que el béisbol se vuelva uno de los deportes más aburridos que hay. Esto es pasión, no un asunto personal. Si un jugador le grita a un umpire y no pasa a mayores, no se puede castigar fuera del terreno”, declaró. Sus palabras resonaron en medios y redes, donde incluso llamó “abusador” al comisionado Rob Manfred, acusándolo de castigar con mayor severidad a los peloteros más vulnerables.
El caso ha dividido opiniones en el circuito. Algunos defienden la necesidad de mantener el respeto hacia los árbitros, mientras otros creen que MLB está sofocando la emoción natural del juego. Para Iglesias, de 35 años, la sanción llega en un momento crucial, cuando intenta prolongar su carrera en el máximo nivel. Más allá del castigo, su nombre vuelve a ocupar titulares, reflejando cómo, incluso fuera del diamante, la pasión y las emociones siguen siendo parte inseparable del béisbol.