Yasiel Puig, José Abreu, Rusney Castillo y Yoan Moncada son cuatro peloteros cubanos que, a pesar de su gran talento, no lograron alcanzar el nivel de rendimiento esperado en las Grandes Ligas, lo que ha generado una reflexión sobre las oportunidades que pudieron haber aprovechado otros jugadores. Aunque cada uno de ellos tiene una historia diferente en las mayores, todos tienen en común el haber recibido contratos millonarios con equipos de la MLB, los cuales suman cantidades considerables de dinero que, en el caso de un rendimiento inferior, pudieron haber sido ganados por otros peloteros.
Yasiel Puig llegó a la MLB con grandes expectativas, tras haber sido un fenómeno en la Liga Cubana y tener una destacada primera temporada con los Dodgers de Los Ángeles en 2013. Sin embargo, su rendimiento fue inconsistente en los años siguientes. A lo largo de su carrera, Puig firmó varios contratos, siendo el más importante el de 42 millones de dólares por siete años con los Dodgers. Después de un paso por otros equipos como los Cincinnati Reds y Cleveland Indians, su carrera en la MLB terminó abruptamente por problemas fuera del campo, sumando una cantidad significativa de dinero que no estuvo a la altura de las expectativas que se habían puesto sobre él. Si bien su contrato fue alto, su rendimiento nunca alcanzó el nivel esperado, dejando vacíos en la organización que podrían haber sido llenados por jugadores más consistentes.
Por su parte, José Abreu, quien se estableció como uno de los peloteros más importantes de los Chicago White Sox, logró un contrato importante al llegar a la MLB, con un acuerdo de 68 millones de dólares por seis años en 2014. Abreu tuvo un rendimiento excelente en sus primeras temporadas, logrando premios como el de Novato del Año, y ha sido un jugador destacado en los White Sox, pero su contrato, aunque bien justificado por su rendimiento en ciertos momentos, representa una gran inversión para un jugador cuya carrera ha tenido altibajos. Con un salario de alrededor de 16 millones anuales, Abreu sigue siendo una pieza importante en los White Sox, pero su trayectoria está lejos de ser una de las más destacadas, especialmente cuando se comparan las expectativas iniciales con su rendimiento a lo largo de los años.
Rusney Castillo, otro de los nombres de la lista, es probablemente uno de los casos más llamativos. Después de firmar un contrato de 72.5 millones de dólares con los Boston Red Sox en 2014, las expectativas sobre Castillo eran altas, pero nunca logró rendir al nivel esperado. A pesar de sus impresionantes habilidades en el béisbol profesional cubano, en las Grandes Ligas no pudo adaptarse y, aunque tuvo algunos destellos en las ligas menores, su impacto en la MLB fue casi nulo. Este contrato millonario representó una de las mayores apuestas fallidas para los Red Sox, pues no solo no tuvieron el rendimiento esperado, sino que, al no haberse establecido en el equipo, Castillo no fue capaz de justificar esa millonaria inversión.
Yoan Moncada, otro joven talento cubano, firmó un contrato de 31.5 millones de dólares por 5 años con los Chicago White Sox en 2016, pero su rendimiento ha sido inconsistente. Aunque ha mostrado flashes de talento, Moncada no ha sido tan constante como se esperaba de él, teniendo problemas tanto ofensivos como defensivos. A pesar de tener una campaña de repunte en 2020, sus números globales no están a la altura de los contratos millonarios que firmó. Moncada sigue siendo joven, y su futuro aún está por definirse, pero su bajo rendimiento en años pasados ha sido un obstáculo para justificar su contrato.
Sumando las cifras de los contratos de estos cuatro jugadores, podemos decir que Yasiel Puig (42 millones), José Abreu (68 millones), Rusney Castillo (72.5 millones) y Yoan Moncada (31.5 millones), en conjunto, suman aproximadamente 214 millones de dólares. Este es el dinero que fue invertido en estos peloteros, pero cuyo rendimiento no ha estado a la altura de lo que muchos esperaban. Este dinero, que pudo haber sido utilizado para adquirir jugadores con mejor rendimiento, ahora representa una reflexión sobre las apuestas que los equipos de MLB hacen al fichar a peloteros internacionales, especialmente cuando el talento no se traduce en éxito en el terreno de juego.